jueves, 11 de abril de 2024

¿QUÉ ES FRUTOS DEL PAÍS EN LA MÚSICA CHILENA?

 



Escribe Carlos Amador Marchant



Son pocas las veces que encuentras el espacio ansiado. La vida, por cierto, se mete en las venas, en retinas, piernas y no puedes escapar del bullicio que esta otorga. ¿Cuándo, entonces, podrás tener ese espacio?. Nunca, o tal vez “en algún rincón del alma” como dice una canción, o en las salidas misteriosas de tu casa donde, por lo general, te espera alguien.

Es difícil dar un parámetro que te permita establecer un dogma, un esquema atractivo para el descanso real de tu mente.

Por todo lo antes dicho, es que, a modo de sorpresa, comencé a incursionar en la búsqueda de música del pasado, de un pretérito que, a la larga, no es tal. Y digo que no es tal porque, mientras caminamos, mientras hablamos, vamos transformando toda voluta en algo plano, silencioso, desierto, pero vivo. En otras palabras, todo es pasado.

La década del setenta en el mundo fue el tiempo de la eclosión. Todo parecía abrirse a una nueva etapa. Recién habían pasado no más de tres décadas de la gran estupidez de la Segunda Guerra Mundial. La cifra de muertos, espeluznante, tiene diversos números; algunos hablan de cuarenta, otros de cincuenta y hasta se aventuran a decir que los avasallados y muertos, sin duda, llegaron a cien millones. Aquellas cantidades, por lo cruel, no pueden olvidarse ni con bailes ágiles, ni con ritmos inventados para tapar la historia.

Después de casi cincuenta años de disolverse una agrupación musical chilena (1971-1975) entiendo que lo hecho en un tiempo se hizo, simplemente, sin pretensiones de famas o apostolados diversos. Para llegar a este grupo de jóvenes de época, tuve que invocar a los fantasmas y despolvar un tanto los vidrios. Me refiero a “Frutos del País” que, hasta el nombre sabe a “amor a lo nuestro”, al terruño, a esa idiosincrasia que en nuestros días ha desaparecido a cuchilladas.

Hablar de efervescencia social de esos años, es manchar un poco el transcurso. Lo cierto es que se vivía un amor real hacia el territorio, a la patria y, créase o no, utopía o no, el humano vive de ilusiones y allí las hubo.

Frutos del país” aparece en ese tiempo. Y acá hay algo especial, porque se podrá decir y nombrar una gran cantidad de agrupaciones chilenas y del continente, pero lo trascendente y especial tiene que ver con el contenido y el alejamiento del prosaísmo en la creación.

Tenía dieciséis años cuando irrumpe este grupo en el concierto nacional. Lo escuchaba y me gustaba no sólo por la forma de estructurar su música, sino el mensaje en sus letras. Casi la mayoría de estas hablan del amor, la soledad, la esperanza, que es lo que menos visualizamos hoy, y una manera especial de tratar la vida con sus infinidades de contradicciones y aspavientos. Hay aquí, al mismo tiempo, un trato respetuoso del ritmo y la letra de las composiciones. Es decir, vemos, sentimos, un profesionalismo a prueba de todo, en una época en que las canciones de la mayoría se gestaba en el idioma inglés.

A Reinaldo González (voz y bajo), quien falleciera en la ciudad de La Serena el año 2009, se le reconoce como el ideólogo de Frutos del País, donde, además, dan vida eterna a la agrupación Mario Zárate (guitarra); Hugo Raymond (órgano y piano); Leonardo Carvajal (bajo) y Carlos Bravo (batería).

Hay aquí (será en nuestro país o sucede a nivel macro) una mirada mezquina al talento. Si bien, por un lado, en la década del setenta del siglo veinte el avance en la tecnología no se compara con el siglo veintiuno, visualizamos una especie de despreocupación por la preservación de talentosos artistas. Escasos registros fotográficos y de grabación de videos. Tanta miopía para determinar que se trataba de unos “adelantados” en la música, que los sonidos de guitarras, órgano y batería eran, simplemente, los de una banda pionera en la incursión del rock progresivo en Chile.

Por internet vemos tímidamente algunos recuerdos hechos por personas que vivieron la época. La alegría la proporcionan quienes comentan respecto al aporte generacional. La mayoría coinciden en el talento derramado por aquellos jóvenes que tal vez no pensaron que más allá de cincuenta años lograrían recuerdos tan elocuentes. Hay quienes, incluso, coleccionan como tesoros los dos Lp grabados en prestigiosos sellos.

Me he dedicado a indagar algunas plataformas importantes dedicadas al mercadeo de la música universal, y, afortunadamente, incorporan a este grupo chileno. Pero no sólo está el significado de estas incorporaciones, sino los comentarios de especialistas extranjeros, quienes reparan en la calidad y talento musical.

El uso del órgano Hammond y algunos ritmos lo asemejaron con el grupo británico Procol Harum, pero este detalle es sólo una de tantas exageraciones que siempre se hacen al calor de la falta de cuidado con lo nuestro.

Cuando escucho al paso de tantos años las melodías de Frutos del País, me traen la tranquilidad de años juveniles. Me veo caminando por playas silenciosas y costaneras húmedas. Frecuento con estas letras y sonidos una soledad hermosa, de esas que de repente añoran los humanos.

En ocasiones, cuando dialogo con ciertas personas, les expreso que muchas veces se acrecienta el valor de algo una vez que “ese algo” se ausenta del tráfago y la contingencia.

¿Quién fue Frutos del País, entonces?. Se trata de lo mejor, lo digo sin pelos en la lengua, aparecido en Chile en la parte rock desde aquellos años hasta estos días.

Sus letras y melodías van acompañadas de lo que el arte debe transmitir: ingenuidad, tristeza, profundidad, y el deseo de traspasar murallas hasta alcanzar la verdad absoluta.

Saben ustedes que he caminado toda mi vida mirando la distancia, buscando algo que no distingo, con una tristeza absoluta.

Escucho a Frutos del País y todo su sonido, todo su ritmo, toda la voz del líder de la banda, me trae lo mismo que expresé anteriormente.

Me pregunto si estos músicos hicieron dichas melodías con ese propósito, o tal vez no se dieron cuenta de lo que dejarían como legado al paso de décadas. Parte de la letra de “Sin Ti”, dice: “Ya la luz del sol se irá, y tú nunca más vendrás/ Es tan triste mi vida con tu partida.../. Estas palabras simples, unidas a la música que ellos crearon en la mayoría de sus compilaciones, hacen un todo.

Se disolvieron en 1975, pero antes dejaron dos Lp denominados “Frutos del País” (1972) además de “Y volar...y volar” (1974). Y luego nada. Silencio espantoso por las calles del siglo 21.

A los dieciséis años me mantuve arranado en el norte de Chile. Si hubiese estado en Santiago, me habría sentado en primera fila a escucharlos.

Sin embargo, ahora estoy frente a una laptop absorbiéndolos y frente a una hora de crepúsculo. El mar está abajo de los cerros, porque Frutos del País, es parte del mar.


11 de abril de 2024



WIKIPEDIA

Resultados de la búsqueda

MI FRASE

"El mundo que hicimos, el mundo que queda por hacer, no tienen el mismo valor o significado. Se hilvanan distintos ojos. Pero la vida es una sola, conocida o no, y la acción de amarnos con chip reales, tendrá que ser prioridad de los nuevos tiempos."

Carlos Amador Marchant.-

VISITA LA PINTURA DE LUISA AYALA (blog en proceso)

VISITA LA PINTURA DE LUISA AYALA (blog en proceso)
LA PINTURA DE LUISA AYALA

VISITA LA REVISTA EXTRAMUROS N°2

TRADUCE ESTE BLOG A TU IDIOMA

LO QUE MÁS LEEN MIS SEGUIDORES MINUTO A MINUTO

EL TIEMPO EN VALPARAÍSO

El antiguo muelle de Iquique-Chile.

El antiguo muelle de Iquique-Chile.
Aunque radico en Valparaíso desde 1995, siempre recuerdo este muelle de Iquique, el muelle de mi niñez.

CONTACTARSE CON EL AUTOR

carlosamadormarchant@gmail.com