¿Estamos locos?. Más bien diría “
recontra”. Se nos fue el tren, se nos fue. Se nos fue el auto, se nos fue.
Corramos para allá, acá, para los lados, para el otro.
Ayer, en el supermercado (tienen otros
nombres ahora) en Viña del Mar, en medio del gentío, donde nadie se escucha y
el ir y venir representa la imagen de
hormiguero, siento un fuerte empujón por la espalda. Salí disparado un
metro más allá. Una mujer alta gatilla a mis oídos: ¡disculpe, caballero!. Para
colmo, usó la palabra que más aborrezco:
¡caballero!. Antes que desapareciera entre la turba, grité: ¡CABALLERO SIN CABALLO!. Finalmente,
me miró con cara de no entender mucho. Al segundo pasó de nuevo frente a mí, y
le dije: “Lo que ocurre es que jamás he tenido caballo”. De nuevo me miró sin
entender un carajo. Iba con su carro cargado (hasta llegaban a caerse) de
comestibles.
La locura del infierno en un día sábado
(ayer) más aun cuando estamos próximo a festividades que exprimen el dinero de
millones de seres. Bueno, ese es otro problema, es decir, es asunto de otro
cuento. Lo cierto es que en el ir y venir por calles, por pasillos, por parques
atestados de todo, uno termina confundiendo sitios. Antes, las grandes locuras
se veían sólo en las capitales; hoy esto se traslada a las ciudades de
provincia. ¿Estamos locos?. Pero, por favor, estamos recontra. “ Lo que pasa es
que la banda está borracha”, como decía la cumbia ésa. Todos parecemos
embriagados por la euforia. Se habla (se ha hablado) mucho del consumismo.
Pero: ¿hacia dónde vamos?. A veces parece que nada de esto importa, sobre todo
cuando observamos a la gente “metida” en el celular en trenes, taxis,
calles. ¿Estamos locos?, más bien diría
que se nos fue el tren, que se nos fue el auto, y andamos buscando de acá para
allá. Y aún no sabemos qué se busca.
Escrito por Carlos Amador Marchant, en 14 de diciembre de 2014, Valparaíso-Chile
Carlos, no existe catarsis más liberadora que expresar, con la fuerza de los más nobles e innobles sentimientos, todo aquello que de una u otra forma se nos vuelve un tarugo en la garganta y nos amenaza con asfixiarnos. Por todo esto que te expreso, siento que este trabajo, en particular, para mí, es muy valioso.
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