miércoles, 23 de octubre de 2013

EL RUIBARBO QUE ACECHA




Escribe Carlos Amador Marchant

Pasaron muchos años para poder entender que, a la larga, lo que hacemos los humanos es actuar en sentido contrario a todo buen deseo.
Es curioso, pero se retuerce y salta de nuevo un cuento antiquísimo dentro de la literatura chilena. Se retuerce, digo, porque parece que está presente en el acontecer diario: en acciones laborales, de familia, en política, en poderes y suburbios, en fin.
Me refiero a ese breve escrito del desaparecido Guillermo Blanco, Premio Nacional de Periodismo de Chile en 1999, cuando cumplía sus setenta y tres años: “Adiós a Ruibarbo”. ¿Pero qué tiene este trabajo costumbrista, diminuto y hasta sutil?. Mucho, sobre todo,  para el tema que me interesa abordar.
Blanco, no es sólo este cuento, sino autor de varias obras destacadas, además de periodista, hombre de infraestructura comunicacional, académico y político.
Ruibarbo, para quienes no han leído este cuento que se hizo a la luz en la década del 70 del siglo 20 (aunque se había premiado mucho antes), es un caballo, un caballo ya viejo, con su historia y sus músculos atrofiados por una cantidad impresionante de años sirviéndole al hombre. .Una especie de esclavitud eterna. ¿Y cuál es el premio a esa esclavitud?: el matadero. El fatídico y cruel matadero, donde el demonio se viste de cuchillo, de colmillos siniestros y donde el aire limpio de vida, se esconde.
Cuatro caballos: Ruibarbo, Pintado, Canela y Penacho, y el niño que los observa, que los sigue, que ve lo que acontece, que siente lo que aquellos animales no ven: la crueldad del hombre.
El cuento es eso, el tema de la muerte que se anuncia para el caballo predilecto del muchacho: Ruibarbo. ¿Pero es simplemente eso?, como si no guardara..¡maldición¡.. toda la esencia y el comportamiento de quienes habitamos este planeta.
Es verdad. El protector de aquellos cuatro caballos al darse cuenta que al más viejo le quedan escasas horas de vida, comienza a idear una serie de planes que logren salvarlo. Y así es como lo lleva por diversos caminos hasta alejarlo de las caballerizas, lugar desde donde lo conducirían ese día a la muerte. Y una vez que ya estaba lejos, el muchacho procede a soltarlo para que se haga a la libertad de las praderas, para no ser hallado más que por la mano final del destino, y no de ese destino del cuchillo y el machete. Sin embargo, una vez que es liberado, Ruibarbo toma de nuevo rumbo a las caballerizas, es decir, regresa al mismo sitio donde lo habían sentenciado; o sea, guiándose por un instinto, pero no de preservación. Este es el final del cuento.
Me resulta curioso, pero esta breve obra la leí en 1976 y la sigo relacionando con el acontecer de quienes habitamos este planeta.  Me produce la misma sensación de antaño, la impotencia de ser llevado por una corriente contraria a nuestras propias decisiones. Por largo tiempo me pregunté, llevando a este Ruibarbo en la cabeza: ¿quiénes y hacia dónde íbamos?. Nunca pude esgrimir una respuesta satisfactoria.
Hoy en día comencé a pensar en la historia de mi país, en esa historia cruel de repeticiones, de muertes, de guerras internas y externas, de masacres, de persecuciones, de usurpaciones, donde vemos a poderosos que han hecho y deshecho con los humildes y, más tarde, este mismo individuo se postula como candidato a parlamentario y la misma gente que sufrió termina votando por él. Es decir, acá se hace presente el Ruibarbo.
En Chile el que profundiza, piensa y reclama, es comunista. Y el que no lo hace, es derechista. Pero por sobre todo se acrecienta el tema de incertidumbres. En repetidas ocasiones, en otras crónicas, en Facebook, para reflexionar o hacer reflexionar, he expuesto frases y pensamientos de Pablo De Rokha (publicadas en la década del 30 del siglo 20), el poeta chileno que gritaba en las calles y al final, ya anciano, terminó suicidándose. Y estas palabras parece que no hacen mucho eco, parece que entran y salen. Da la impresión que nadie escucha. Aparece a cada rato Ruibarbo.
 Las repetiré de nuevo: ¿Cómo gobiernan, por qué gobiernan, quiénes les dan tal poder que luego usufructúan?:  “El gobernante me parece ¿siempre? Un resultado irremediable y apaleable. ¿Quién le dio el gobierno?. El pueblo. ¿El pueblo?. Y ¿cómo puede el pueblo dar, otorgar lo que no tiene?. Así se generan los estados republicanos: por el palo blanco y el Judas que vende la AUTORIDAD, que no posee; así se generan los estados republicanos. De la suma abstracta de los ciudadanos sin poder, emana el poder, todo el poder, de la suma abstracta de nada con nada emana el poder, el poder, todo el poder…(Pablo De Rokha)”. En realidad la cita es cierta, es como cuando nos sentamos a pensar en tantas estupideces que hacemos mientras nos encontramos vivos. Esto atañe,  golpea, es el tema de las actuaciones contrarias a nuestros propios deseos.
Los caballos son animales hermosos. Cada vez que tengo alguno a mi lado, lo miro, le observo sus ojos, y paso mi mano por su hocico en señal de cariño. Los seres humanos también son hermosos. Caminan por avenidas y se ven como en una ardiente obra pictórica.
A Guillermo Blanco agradezco haber dejado entre tantas otras obras, este “Adiós a Ruibarbo”, título similar a muchos adioses, sólo que éste tuvo el sabor de la estupidez, de la grandísima estupidez.
Como dije al comienzo de este texto, el cuento fue leído hace mucho tiempo, pero fue guardado y actualizado por la vida diaria, las repeticiones en los caminos, las herejías en las campañas electorales, y la gente que sale y camina como sonámbula, llevando a su Ruibarbo en las manos.

Este caballo ha sido querido por el que escribe. Pero también al paso de muchos años le ha gritado en sueños, en pesadillas, con voz poderosa, con megáfonos: “¡Salta, enfrenta, protégete del asesino, pero no vuelvas a sus manos, porque allí te esperará la tortura, el sable, el cuchillo, tu yo mutilado¡¡”.

7 comentarios:

  1. Carlos, me ha gustado mucho leerte ahora. Por el tema, bien hilado, por lo certero de las comparaciones, y también por la apertura de ese comentario" el que reclama es comunista, el que no, es de derecha". Esta vez, concuerdo con toda tu palabra.

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  2. Me encanto la historia emanada de un cuento, que no es cuento porque es una realidad que vivimos los países sub-desarrollados en donde no se indemniza a las victimas y se exime de toda culpa al victimario.

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  3. Muy bien manejadas las funciones del lenguaje. La imbricación entre lo denotativo y connotativo. Casi el descubrimiento de un género. Un abrazo, amigo

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  4. Lo he compartido Carlos, en Google, Facebook y twitter
    Me ha gustado mucho el lenguaje y la narración de un ensayo que cobra vida propia
    No había leido nada de Guillermo Blanco
    Gracias
    Ana Zarzuelo

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  5. Excelente. Más que una simple crónica, una reflexión sobre la enajenación aquiescente que afecta a la mayoría de nuestros compatriotas, caballejos sumisos rumbo a su propio matadero.

    Por desgracia, esta actitud traspasa las fronteras y se extiende, como una marea silenciosa, por el mundo globalizado.

    Certero, elocuente y poético tu análisis analógico con Ruibarbo, personaje cuadrúpedo del fino escritor Guillermo Blanco, uno de cuyos últimos libros fuera el dedicado a Miguel de Unamuno, a su tragedia personal ante el aplastamiento de la libertad española.

    Cabe preguntarse, ¿aprendemos los seres humanos las supuestas "lecciones de la Historia". Creo que no.

    Gracias.

    Un abrazo.

    Edmundo Moure

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"El mundo que hicimos, el mundo que queda por hacer, no tienen el mismo valor o significado. Se hilvanan distintos ojos. Pero la vida es una sola, conocida o no, y la acción de amarnos con chip reales, tendrá que ser prioridad de los nuevos tiempos."

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Aunque radico en Valparaíso desde 1995, siempre recuerdo este muelle de Iquique, el muelle de mi niñez.

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