Me sorprendo en los trenes, en buses, en
colectivos, ver a tanta gente joven mostrar la nueva estatura del chileno. No
es que tenga algo en contra de los grandotes, ni siquiera un complejo, ni menos
un odio. Pero convengamos que en el siglo recién pasado la estatura media del
ciudadano que correteaba por esta larga y angosta faja de tierra, no era más
allá del metro sesenta y cinco. Frente a esta visión, las construcciones y sus
interiores fueron diseñadas para albergar a este ciudadano. Sin embargo, ahora,
con cierta sorpresa, con cierto espanto, observo ingresar en tranvías y buses a
jovencitos que parecen de otros planetas. Hasta tienen que doblarse para poder
no tocar el techo del armatoste. ¿Alimentación?. ¿Genes?. Porque sabido es que
muchos (as) para no seguir con la racha de “ser chico (ca)” terminaron
casándose con personas de mucha mayor estatura, de tal forma de “corregir la raza”, según esgrimían. Sean cual
sean los motivos, termino pensando que esto se está transformando en una
exageración. Ser grande ¿para qué?, para poder protegerse de los matones, para
dejar de parecer un “vale nada insignificante”. Para encontrar pegas mejor
remuneradas (porque los altos parecieran ser más considerados). Absurdeces.
Nada de lo señalado tiene que ver con la estatura del individuo. Es más
importante lo que se lleva en la mente: la inteligencia, la astucia.
Curiosamente hay quienes sienten vergüenza de
ser o saberse pequeños. Hasta se rehúsan pasar por una calle frente a ellos.
Apenas ven a un gigantón lo eluden, arrancan. Se trata de un complejo redivivo.
Charles Aznavour (lo recuerdo), quien ya bordea los 90 años, en la década del
60, al visitar Chile, dio pauta de una personalidad sobresaliente: “pasó frente
a un hombre que lo doblaba en porte sin ningún complejo, sonriente”. Este hecho
fue alabado.
Lo concreto es que siempre han existido
seres más altos que otros, pero lo que vemos ahora en las calles de cualquier
ciudad de Chile, entra en el asombro. Son gigantes que se desplazan a pasos
acelerados. Pero, ¿para qué?. ¿Para gastar más tela en sus vestuarios?. ¿más
madero en el momento final?......(Carlos Amador Marchant)
*el comentario en cuestión está hecho sólo
como observación callejera, sin buscar, siquiera, ofender a nadie*
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