No hay con exactitud una fecha del momento en que la artesa, como
artefacto, fue diseñada para el uso de los humanos. Lo concreto es
que ésta se ha utilizado para diversas actividades, siendo tal vez,
la más común, la preparación del pan. También sirvió (sirve)
para los abrevaderos. Sin embargo, y considerando que la lavadora
electromecánica entró a la sociedad, en escala menor, al culminar
el siglo 17, la artesa fue el común y necesario armatoste usado para
lavar la ropa en jornadas interminables y hasta penosas. Hasta antes
de la década del 60 del siglo 20, momentos en que comienzan a
masificarse los artefactos electrodomésticos, las dueñas de casas
(aún existen) debían luchar con cerros “de trapos” ajenos o
personales, terminando aquellas jornadas con extasiadas expresiones
de “he lavado mucha ropa, por Dios”. Hoy en día se sigue usando
la misma expresión, sólo que ésta alberga cierta remolona anti
dulzura, puesto que la máquina, con todos los adelantos de la
tecnología, es la que hace este vil trabajo.
(La foto corresponde a una Artesa labrada en piedra
en el Leicestershire británico, gráfica extraída de
wikipedia)
Texto escrito por Carlos Amador Marchant en 06 de marzo de 2018.
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